
Desde un retrato en blanco y negro, y una voz delgada, como si fuera una plegaria premonitoria: Víctor Jara canta ayer el futuro de Latinoamérica
Su madre, Amanda, cantora, traducía su sabiduría milenaria en la guitarra con la que acompañaba sus canciones a la luz de las hogueras, tenía como público a los humildes trabajadores y a sus hijos, entre ellos Víctor que se tumbaba a escucharla, sin saber que estaba pintando el retrato musical que eternizaría a su madre,
Te Recuerdo Amanda es una demostración de cuán peligrosa se vuelve la ternura en épocas en que los tiranos y las dictaduras insisten, la ternura como un acto revolucionario, el recuerdo de una madre que sale de la fábrica y va en buscar de su amor, bajo las lluvias de las épocas
¿Cómo los obreros pueden hallar tantos tesoros en la lluvia, como pueden sonreír en esos cinco minutos en que se suspende la dura realidad impuesta por la pólvora, y logran lo que nunca los tiranos: cambiar el mundo en un abrazo?
En 1957, Víctor Jara forma parte del grupo de cantos y danzas folkóricas Cuncumén y conoce a Violeta Parra que lo anima a seguir cantando.
Víctor Jara, ejerce de Director Artístico del grupo Quilapayún entre los años 1966 y 1969 y hasta 1970 actúa como solista en La Peña de los Parra. En 1966 graba su primer disco LP; también ejerce la profesión de actor y director de teatro; pero sin duda, Víctor Jara había nacido para expresar el mundo en el canto, con su superlativa prepotencia de ternura y justicia
y como todo trovador latinoamericano, Víctor Jara se conmovió ante el arte de Atahualpa Yupanqui.
Canciones Folklórica de América, Pongo en tus manos abiertas, Canto Libre, El derecho de vivir en paz, La Población, Canto por travesura y muchos otros discos grabados en vivos, conforman la obra de Víctor Jara. Aunque también se podría señalar que el silbido de los mineros, el tarareo del labrador, la plegaria de los presos se podrían contar como parte de su obra, ya que son ellos quienes la mantienen viva, en sitios donde el silencio es carcelero
Y los tiranos no soportaron la ternura del canto de Víctor Jara, la pariente sensibilidad de su melodía con los nadies del mundo, con los que nacieron sin nada.
La dictadura de Pinochet lo secuestró. Según algunas versiones, lo torturaron durante horas, y finalmente le acribillaron el día 16 de septiembre de 1973 en el Estadio Chile. ¿Habrán creído los asesinos, que las canciones se matan? ¿Habrán creído los genocidas que los cantores populares alguna vez se callan en la memoria? ¿Habrán creído los tiranos que los vientos no llevarían de pueblo en pueblo a Te Recuerdo Amanda? Víctor Jara vive en cada trovador.
FRAGMENTO DEL TEXTO EMITIDO AL AIRE
EDICIÓN ARTÍSTICA: ALEJANDRO CAROSELLA / CELSO MIÑO
IDEA Y TEXTO: PEDRO PATZER
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